4 pautas que indican que no eres un buen jefe

4 pautas que indican que no eres un buen jefe

Inteligencia, capacidad de reacción y comunicación, comprensión, y resultados en la producción, son algunos de los rasgos que las personas mencionan a la hora de identificar lo que es un bues jefe para ellos.

Y es que cada vez son menos los que se inclinan a favor de los jefes autoritarios, distantes y fríos, para aplaudir la genial combinación de dirección con liderazgo. Pero cómo saber cuándo nos alejamos de los que considera por el resto de los trabajadores como un buen. Si bien eso es relativo, en el presente artículo te enunciamos cuatro pautas que indican que no eres un buen jefe.

Cuello de botella

Ser jefe no es nada fácil; implica muchas responsabilidades y la determinación de pautas que afectan a otras personas y al rendimiento del negocio. Es por ello, que un buen jefe debe ser capaz de crear un grupo a su alrededor que trabaje como equipo, en el que pueda depositar toda su confianza.

Lo anterior le brinda la posibilidad de optar por una jefatura descentralizada donde todas las responsabilidades y decisiones, por insignificantes que sean, no recaigan en las manos de la máxima autoridad de la empresa.

Un mal jefe es aquel que no tiene capacidad para delegar funciones y como consecuencia se crean cuellos de botella que inciden directamente en los resultados de la empresa y en la satisfacción de los trabajadores. Algunos aseguran que cuando el jefe es único que puede firmar cualquier papel, por irrelevante que sea, solo se ejecutan en el día el 10 por ciento de las tareas previstas. Poco, si de eficacia se trata.

Mala comunicación

Uno de los elementos fundamentales para el éxito de una empresa es la comunicación. Esta entendida como un proceso basado en la retroalimentación, la claridad en lo que se expresa y la participación tanto del emisor como del receptor.

Cuando lo anterior no ocurre, sencillamente no hay comunicación y como consecuencia nadie sabe a ciencia cierta cuál es su función y qué es lo que debe hacer. Los resultados un empresa que no funciona y donde los valores se pierden.

Un mal jefe es aquel que no habla claro y no orienta a sus trabajadores correctamente, de manera que estos puedan realizar sus tareas correctamente.

No se trata de llenar la cabeza de quienes escuchan de palabras que nadie entiende, sino de transformar las reuniones en espacios de debates productivos, de las que salgan acuerdos aprobados por la mayoría y soluciones para enfrentar los desafíos de la empresa. Intenta hacerlo de ese modo. Los resultados serán excelentes al tiempo que conocerás cómo piensa realmente tu gente.

4 pautas que indican que no eres un buen jefe

Yo primero

Un error muy común entre muchos jefes es la de pensar que todo lo merecen y que su condición de jefe le permite tener privilegios sin tener en cuenta las necesidades de sus trabajadores. Hablamos de ese directivo que se pone a sí mismo antes todo, siempre apostando por beneficios personales.

No existe nada que afecte más la armonía de trabajo y el sentido de partencia de los trabajadores que ver cómo su trabajo no rinde frutos, en lo que a él respeta mientras el jefe anda como se dice “gozando de la vida”.

El descontento entre los trabajadores puede ser nefasto; a las personas les gusta ser reconocidas por lo que hacen. Es probable que ante esta situación, sobre todo los más capaces, opten por marcharse a otra empresa donde se les atienda mejor.

Para revertir situaciones como la anteriormente descrita piensa en mejorar las condiciones de trabajo, los salarios, así como las estimulaciones a los más destacados.

Ausencias

Cuando se funda un negocio, generalmente el fundador presenta interés por los negocios y conoce detalles sobre el perfil para el que trabajará, así como los retos que implica la nueva actividad.

Sin embargo, tampoco son pocas las ocasiones en que los jefes son individuos que se lanzan sin tener idea de cómo es un negocio y su funcionamiento.

En este último caso se suele designar a una persona para que se encargue de todo; pero esto se convierte en un problema cuando el designado carece de autoridad real para desempeñar tareas, como por ejemplo, despedir a un trabajador ineficiente.

Cuando esto sucede la persona que te representa pierde autoridad sobre los trabajares, quienes además se apoyarán en el hecho de que el dueño del negocio no aparece nunca.

Si vas un día no conocerás cómo funciona en realidad tu negocio y si los clientes se sienten realmente satisfechos. Opta por acercarte y empaparte con detalles; conversa con tus empleados.